El
ritmo de nuestra vida es tan acelerado que lo último en que se
nos ocurre pensar es en la muerte. La mayor parte de nuestro tiempo
y de nuestra energía la utilizamos para conservar nuestra seguridad,
rodeándonos de bienes, comodidades y demás cosas. Hasta
que se produce algún cambio buscamos el remedio más rápido,
alguna solución provisional y así a la deriva va pasando
la vida hasta que una enfermedad grave o la muerte de nuestros seres
queridos tocan a nuestra puerta.
Me llama la atención que en la sociedad actual evitamos el tema
de la muerte. A pesar del progreso tecnológico, carecemos de
una comprensión de la muerte, hoy en día se nos enseña
a negarla, significa aniquilación y pérdida, nos da terror,
el simple hecho de hablar sobre la muerte se considera morboso.
Las grandes tradiciones espirituales del mundo nos transmiten que la
muerte infunde un sentido sagrado a la vida. Si la muerte es un hecho
de la vida, ¿ Porqué desde que somos pequeños se
nos prepara en todos los temas excepto aquel que encierra la clave del
sentido total de la vida?.
Nadie en esta tierra, ni siquiera nuestros hijos, pueden estar protegidos
de las pérdidas. Sin embargo, en nuestra cultura, desgraciadamente,
se evita enseñar a sobrellevar la pérdida o a considerarla
como una oportunidad para ir madurando.
En el Fedón (64 a) Platón nos asegura que el amor y el
conocimiento son magníficas preparaciones para la muerte. Las
experiencias de pérdida forman parte, inevitablemente, de todo
acto de amor y son un auténtico reflejo del desarrollo del vínculo
de un niño hacia sus padres.
Con esta investigación pretendo reunir el suficiente material
para que los padres de familia obtengan la información necesaria
y así logren una preparación para ayudar y acompañar
a sus hijos pequeños en su duelo y a sobrellevar aquellos sentimientos
que se experimentan por la pérdida de sus seres queridos.
Las bases teóricas de la Tanatología, la experiencia que
ha tenido la Dra. Elizabeth Kubler-Ross en su trabajo con niños,
el trabajo a través del arte como medio de comunicación,
así como la narración de cuentos dentro de un marco logoterapéutico
son las que me sirven como punto de apoyo para elaborar esta investigación
teórica.
PLANTEAMIENTO
DEL PROBLEMA Y SU DELIMITACIÓN.
Por
desgracia hablamos del tema de la muerte hasta que ésta llega
a nuestra vida a través de alguno de nuestros seres queridos
y es entonces cuando nos damos cuenta de las dificultades que se nos
presentan. En primer lugar, el manejo de nuestros sentimientos en esos
momentos de dolor nos impiden acercarnos de una manera objetiva hacia
nuestros hijos y ahí es donde comienzan los problemas, por que
ignoramos la manera de darles la noticia, desconocemos qué decirles
y qué evitar decirles. Sucede que, como padres en nuestro afán
de protegerlos del sufrimiento, los alejamos de éste enviándolos
con alguna persona de nuestra confianza, mientras nos dedicamos a manejar
la situación.
Por otra parte, nuestros hijos, ignoran lo que está pasando,
perciben que las cosas funcionan de manera anormal, se sienten solos,
aislados y finalmente en algún momento se llegan a enterar de
la situación por terceras personas, cuando el tiempo tan valioso
ya ha pasado y se ha perdido.
¿De qué manera podemos ayudar a nuestros hijos a superar
las pérdidas cercanas de sus seres queridos?
La mejor manera de hacerlo es preparándonos. Lo ideal es abarcar
este tema cuando el que muere es un amigo cercano a la familia, cuando
se da alguna noticia, ya sea por radio, televisión o cuando muere
alguna de nuestras mascotas, ya que en estas situaciones podemos manejar
mejor nuestros sentimientos; es decir estamos menos inmersos en nuestro
dolor, como el caso de alguna persona de la familia y, de esta manera,
se convierte en una gran oportunidad que nos permite tomar alguna distancia
y desde ahí manejar este tema. Darnos cuenta de que como padres
de familia somos idóneos para tratar esta situación, es
aquí donde la vida y su potencial; la muerte libraran una batalla,
que como padres estamos llamados a enfrentar con amor, serenidad, conocimiento,
prudencia, paciencia e inteligencia, individualizando y personalizando
a cada uno de nuestros hijos y, por último, serenidad y consuelo
necesarios para la elaboración del duelo.
Es muy importante estar conscientes que ante el sufrimiento inevitable
tenemos un camino y podemos transformarlo en un sentido y esto es conociendo
qué es lo que nos sucede, de qué manera actuamos, desde
donde lo hacemos; en cuanto comencemos a aceptar la muerte como una
parte muy importante de la vida, a hermanarnos con ella, tomando en
cuenta que la base de todo esto es el gran amor que nos une a nuestros
hijos, podemos hablarles de este tema acercarnos a ellos en su duelo
y conocer algunos elementos para cumplir con este objetivo a través
del juego, el arte o la narración de cuentos o historias.
Esta investigación se llevará a cabo de una manera teórica,
basándome en la revisión bibliográfica de autores
tales como la Dra. Elizabeth Kubler-Ross y el Dr. Víctor E. Frankl,
así como en los conceptos aprendidos en el seminario avanzado
de consejería Tanatológica, impartidos por el Dr. Fernando
Gómez y El Psic. Víctor Ortiz.
La modalidad de este trabajo es teórica con una propuesta para
elaborar un pequeño manual dirigido a los padres de familia en
donde puedan encontrar dentro de un lenguaje accesible algunos conceptos
que les permitan comprender qué es lo que sabe y siente un niño
desde que es pequeño hasta que cumple 18 años, cuando
afronta la pérdida de un ser querido, así como también
consejos sobre cómo y de qué manera acercarse a ellos
y acompañarlos en la elaboración de su duelo.
1.-COMPRENDER
LA MUERTE.
Perder
es desagradable, es digamos un mal trago, las pérdidas tienden
a ser problemáticas; también nos brindan una gran oportunidad,
la de convertirnos en seres humanos plenamente desarrollados. ¿Cómo
afrontamos las pérdidas?, Cada uno las afronta de distinta manera
según nuestra vida, las circunstancias, la educación y
cultura recibida. Somos incapaces de ofrecer a nuestros seres queridos
o a nosotros mismos la protección necesaria contra el peligro
y el dolor, la vejez o la muerte...
Sin embargo, muchos de nosotros, como padres de familia, hemos intentado
proteger a nuestros hijos, evitando que conozcan la muerte, pero sucede
que la mayoría de los niños ya la conocen y están
expuestos diariamente a ella. Algunos expertos han comprobado que cuando
un joven cumple los 18 años de edad ya ha presenciado más
o menos unas 18,000 muertes, todas ellas presentes en dibujos animados,
películas, libros, programas de televisión, en las noticias,
además de las personales.
Los niños, en algún momento de su vida, ven a un pajarito
o a un gato muerto en la calle, ahí están presenciando
la realidad de la muerte. Intentar protegerlos de ella es inútil.
Los niños aprenden sobre la muerte de las observaciones que hacen
en la vida diaria y como padres tenemos una gran oportunidad para enseñarles
los conceptos básicos acerca de la muerte y el profundo dolor
que ésta causa. Una gran oportunidad es cuando los niños
experimentan la muerte de una mascota, ya que ahí podemos compartir
con ellos nuestro punto de vista acerca de la vida y la muerte e invitarlos
a que expresen lo que están sintiendo y lo que piensan. Si los
niños aprenden sobre la muerte y el dolor que ésta provoca
de una manera natural, se les facilita afrontar las crisis del futuro.
Darnos cuenta de que antes de hablarles de la muerte a nuestros hijos
hay que examinar nuestras experiencias en torno a ésta; sobre
todo las que se dieron en nuestra infancia, por que si en algún
momento nuestra familia intentó ocultarnos o “ protegernos
“ del dolor que causa ésta, es muy probable que utilicemos
un enfoque parecido con nuestros hijos y entonces se pierde nuestro
objetivo principal, que es el de brindarles ayuda emocional y prepararlos
para la experiencia de la muerte.
A continuación se presenta un cuestionario que sirve para examinar
cómo conocimos la existencia de la muerte.
1.-
Cuando eras niño ¿Murió alguna de tus mascotas?,
de ser así ¿De qué manera te explicaron su muerte?.
2.-¿Experimentaste una pérdida dolorosa?
3.-¿A qué edad recuerdas haber asistido a una ceremonia
luctuosa para algún miembro de tu familia?
4.- ¿Recuerdas si alguien te habló del tema de la muerte
y qué es lo que te contaron que le ocurre a alguien cuando muere?.
5.-¿Se manejó algún secreto familiar relacionado
con alguna muerte?
6.-Si tu respuesta ha sido afirmativa en una o más de las preguntas
¿De qué manera lo viviste?
Con
estas respuestas podemos descubrir cuál es la percepción
que los niños tiene de la muerte en la actualidad. Como padres
muchos de nosotros al desear proteger a nuestros hijos evitamos abordar
el tema de la muerte y les transmitimos la propia negación de
la muerte. En casos extremos, esta negación puede distanciarnos
emocionalmente de ellos.
Al hablar con ellos del tema, la manera más indicada es hacerlo
con verdad y franqueza. Compartir nuestros sentimientos de enojo, de
dolor, de tristeza y confusión, es un proceso que les muestra
que es normal que cualquier persona experimente fuertes emociones y
las exprese. Al ser sinceros y honestos, les estamos demostrando ese
importante aspecto de amor por parte de nosotros para ayudarlos a desarrollar
la facultad, la capacidad de funcionar mejor en todas las situaciones
de la vida y de adaptarse a los cambios.
Aceptar la muerte como parte de la vida disminuye las ideas negativas
que se han venido dando a lo largo de la historia en nuestra cultura,
y también nos permite afrontarla de una manera más sana.
2.-
DUELO INFANTIL.
Hace
tiempo se tenía el concepto de que los niños eran adultos
en miniatura y se esperaba que se comportaran como tales. Hoy en día
existe una mayor sensibilidad a las diferencias en el desarrollo infantil
y otras etapas de desarrollo en el ciclo de la vida humana. Hay muchas
diferencias entre el proceso de pena en los niños y en los adultos,
lo primordial es la manera como lo manifiestan.
La principal diferencia entre el duelo de un niño y de un adulto,
es que las expresiones intensas emocionales y de comportamiento son
discontinuas en los niños. La pena en el niño puede aparecer
de una manera más intermitente y corta que en los adultos, pero
el proceso dura mucho más tiempo. Esto se puede explicar mediante
el hecho de que la capacidad del niño de experimentar emociones
intensas se considera limitada. El proceso de duelo en el niño
generalmente tiene que ser analizado varias veces durante las etapas
de su desarrollo y durante los hitos cronológicos. Ya que el
duelo es un proceso que continúa a través del tiempo,
los niños durante su crecimiento reexaminan la pérdida
con frecuencia, especialmente durante los eventos importantes en su
vida como pueden ser ir de campamento, su graduación en la escuela,
su matrimonio o el nacimiento de un hijo.
A pesar de que la pérdida es única y altamente individualizada,
varios aspectos afectan la manera en que el niño experimenta
la pena: la edad, la personalidad, la etapa de desarrollo, las experiencias
anteriores en las que se relaciona con la muerte, su relación
previa con el fallecido, el ambiente, la causa de la muerte, la oportunidad
que se le brinde de compartir y expresar sus sentimientos, la estabilidad
de la familia después de la pérdida, el estilo familiar
de manejar las tensiones, la forma de cómo se satisfacen las
necesidades del niño, los recuerdos y sus relaciones con otros
adultos.
Como se mencionó anteriormente los niños reaccionan a
la pérdida de distinta manera que los adultos y pueden desconocer
como demostrar sus sentimientos de una manera abierta. Además
de la comunicación verbal existen otros métodos de comunicación
que están a disposición de los niños en etapa de
duelo como son el juego, el drama, el arte, los deberes escolares, y
las historias. Normalmente no se encierran en su preocupación
con pensamientos obsesivos acerca de la persona fallecida; usual mente
se envuelven en actividades con otros niños y por ejemplo pueden
estar muy tristes un minuto y jugando al siguiente. Este comportamiento
es usualmente interpretado de manera errónea como que “
el niño no entiende “ o “ que ya superó la
etapa del dolor “. Ninguno puede ser cierto; la mente protege
de pensamientos y sentimientos que son demasiado fuertes para poderlos
manejar. Los episodios de pena en los niños tienden a ser intermitentes
debido a que ellos carecen de la capacidad de explorar de una manera
racional todos sus pensamientos y sentimientos, como lo hace un adulto.
Además, los niños tienen dificultad para expresar sus
sentimientos acerca de la pena. Su comportamiento dice más que
sus palabras. Los sentimientos de rabia y el miedo a morir, a ser abandonados
pueden ser evidentes en su comportamiento. Los niños tienden
usualmente a jugar a hacerse el muerto para desahogarse de sentimientos
y ansiedades en un ambiente seguro. Estos juegos le son familiares y
le proveen una forma segura de expresar sus sentimientos.
Naturalmente, cuando muere un ser querido, el niño se entristece,
pero con frecuencia le invade un gran terror. Descubre que la muerte
es real, que le ocurre también a las personas buenas. El mundo
deja de ser el lugar seguro que el creía.
El niño que pierde un familiar cercano puede manifestar culpa,
remordimientos, miedo, soledad, rencor e incomprensión. Este
tema se expone adelante en el capítulo “ Manejo de Emociones
“.
Cuando los niños pierden a uno de los padres durante la infancia
o en la adolescencia pueden tener dificultades para elaborar su duelo
adecuadamente y pueden presentar más adelante síntomas
de depresión o de incapacidad para establecer relaciones íntimas
durante la vida adulta.
Desde el punto de vista psicológico, existen diferentes posturas
con respecto a la elaboración del duelo durante la infancia.
Martha Wolfenstein sostiene que los niños pueden elaborar un
duelo hasta que tienen formada su identidad por completo y esto se produce
hasta el final de la adolescencia, cuando la persona está totalmente
diferenciada. Erna Furman y sus colaboradores, por su parte, argumente
que los niños pueden elaborar un duelo a los tres años
de edad, cuando se adquiere la constancia del objeto, y Bolwlby baja
la edad a seis meses.
Una tercera posición propone que los niños elaboran el
duelo y lo que se necesita es encontrar un modelo de duelo que encaje
con ellos, en vez de imponer un modelo adulto. Aunque los niños
pequeños muestran conductas similares al duelo cuando se rompen
los vínculos de apego, la cuestión principal se centra
alrededor de su desarrollo cognitivo. Necesitamos cierto nivel de desarrollo
cognitivo para entender la muerte, porque es imposible integrar algo
que no podemos entender. Algunos de los conceptos que son necesarios
para entender plenamente la muerte son: el tiempo, incluyendo el sentido
“para siempre “, la transformación, la irreversibilidad,
la causalidad y la operación concreta. Piaget sugiere en sus
estudios, que las operaciones concretas están desarrolladas sólo
en los niños de más de siete u ocho años.
Los
componentes del duelo son tres:
A).-
Pena.- Están presentes el dolor y el sufrimiento, es la manifestación
de nuestras emociones ante la pérdida.
B).- Luto.- Es esencial, ya que nos permite codificar el dolor.
c).-Aflicción.- Es el recuerdo que nos reafirma la presencia
del duelo, como puede ser ver una fotografía.
El niño vive naturalmente estas etapas, la única manera
de vivir el duelo es sintiendo y para elaborarlo es necesario enfrentar
el sufrimiento.
2.1.- El Concepto de muerte en los niños según diferentes
edades.
Para
profundizar un poco más en el duelo infantil, describo a continuación
en forma simplificada el concepto de la muerte en los niños según
las diferentes edades, es importante hacer notar que las edades son
estimadas, ya que cada ser humano es único e irrepetible y lo
mismo sucede con sus procesos y vivencias.
Lactantes.-
Desde el nacimiento hasta los 12 ó 14 meses.
Aunque
los lactantes desconocen lo que es la muerte, los sentimientos de separación
y pérdida son parte del proceso de crear una conciencia de lo
que es la muerte. Los niños que han sido separados de sus mamás,
sufren un cambio repentino, el vínculo se rompe y los bebés
pueden sentirse inquietos a intuir la pérdida materna y descubrir
nuevos rostros y voces a su alrededor, pueden exhibir una conducta apática,
callada y no responder a sonrisas y arrullos. También pueden
observarse cambios físicos como la pérdida de peso, el
desvelo y la falta de actividad.
Es posible que un bebé no perciba la muerte de un hermano, de
un padre o de algún otro familiar; sin embargo, sí puede
percibir los sentimientos de dolor y angustia de la madre. Una muerte
en la familia interrumpe rutinas de alimentación, es común
que la madre se ausente por períodos largos. Aunque los bebés
carecen de la comprensión del significado de lo que sucede alrededor
si perciben los cambios y los estímulos negativos que hay en
su entorno. En este caso, lo que se puede hacer es tratar de que la
rutina del bebé sea lo más normal posible. Si la que fallece
es la madre lo que más conviene es tratar de sustituir lo más
pronto posible la figura materna, ya sea con la presencia de alguna
tía , abuela o alguna persona dispuesta a quedarse con el bebé
con regularidad.
Edades
entre 2 y 3 años.
Alrededor
de esta edad el niño carece de conciencia de la muerte y únicamente
la relaciona con un abandono temporal de los padres, a medida que los
bebés de esta edad van tomando conciencia de que falta alguien
importante en su vida reaccionan con rabietas y arranques de ira, como
una forma de expresar su desesperación, su frustración
y como un intento de hacer volver a la persona fallecida.
También presentan una falta de interés hacia sus juguetes,
la comida a sus actividades y retoman otras conductas infantiles como
un modo de enfrentar la angustia.
La mejor manera de apoyar a los bebés durante el proceso de duelo
de la familia es intentar que todos le ofrezcan amor y apoyo incondicional,
abrazarlos y tranquilizarlos, decirles con suavidad que ha ocurrido
algo muy triste. Si el niño pregunta constantemente .si papá
está triste hay que reflejarle sus propias palabras y decirle
- sí papá está triste el confirmarles esto los
tranquiliza. La experiencia de la pérdida se queda grabada en
su memoria, con el tiempo es importante compartir los recuerdos y así
ayudarlos a hablar de la pérdida a comprenderla y a recuperarse
de ella.
Edades
entre 3 y 5 años.
A esta edad los niños ven la muerte como una forma de dormir,
piensan que la persona está viva pero limitada en alguna forma.
Los niños no separan completamente la vida de la muerte, piensan
que la persona muerta continúa viviendo, por ejemplo debajo de
la tierra en el lugar donde fue enterrado y hace preguntas sobre actividades
del muerto sobre si respiran, si comen, si van al baño, o si
juegan. Los niños a esta edad pueden aceptar la muerte física,
pero como algo gradual o temporal. Piensan que la muerte es reversible
y no irrevocable, la interpretan como jugar al desconocido. Su concepto
de muerte puede tener un componente de pensamiento mágico; es
decir, la idea de que sus pensamientos forman actos. Los niños
pueden temer que hayan hecho o pensado algo malo que causó que
la persona enfermara o se muriera. Los niños menores de cinco
años pueden presentar trastornos en la alimentación y
el dormir, así como en el control de los esfínteres como
respuesta a la muerte..
Es muy importante definir a los niños la muerte como el hecho
de que el cuerpo se detiene del todo. Explicarles que una persona o
animal que ha muerto no puede caminar o sentir. Los niños que
ven al difunto en un ataúd, pueden pensar que está durmiendo,
explicarles que el estado de la muerte es diferente al dormir, ya que
el cuerpo no se despierta. También pueden desarrollar el miedo
a ser enterrados vivos. Si un ser querido muere en un hospital, los
niños pueden sacar la conclusión que la gente va a estos
lugares para morir y tener miedo si necesitan ir a un hospital por cualquier
razón. Explicarles que todas la personas que trabajan en estos
lugares intentan salvar y ayudar a los enfermos, pero que a veces esta
ayuda no funciona por que aquella persona estaba “ muy , muy,
muy enferma “ o “ era muy, muy muy , mayor “. Esta
explicación es especialmente importante para los niños
que se resfrían o que les duelen los oídos y que tengan
que asistir a algún hospital o bien, aquellos que han visto a
sus padres o hermanos padecer alguna enfermedad leve.
Una forma de comprobar si han entendido lo que es la muerte es preguntarles
simplemente ¿qué opinas de ello?. Su respuesta refleja
si ha captado bien la información y aprovechar para complementarla
con el objetivo de equiparlos con un suficiente conocimiento práctico,
basado en los hechos para que comprendan qué es la muerte, cómo
y cuándo sucede y de qué modo reaccionamos cuando ésta
ocurre.
Edades
entre 6 y 9 años.
La
mayoría de los niños a esta edad comienzan a mostrar curiosidad
acerca de la muerte y sus causas, sobre la visita de sus padres a un
velorio ,a un funeral , al cementerio inclusive hacen preguntas concretas
acerca de qué le pasa al cuerpo una vez que éste deja
de funcionar. La muerte es personificada como si fuera separada de la
persona o el espíritu: un esqueleto, un fantasma, un ángel
de la muerte o simplemente “ el coco “. Los niños
piensan que la muerte es real , irrevocable, atemorizante y universal.
Aunque se apegan a alguna de sus fantasías son capaces de captar
la realidad; sin embargo, faltan habilidades para afrontarla o reaccionar
a ella racionalmente. La muerte de un ser querido constituye un trauma
que pone seriamente a prueba su capacidad para afrontarla
A veces son capaces de afrontar esta situación creando un marco
de reglas o directrices para “ protegerse “ de la muerte.
Toman una mayor conciencia de los posibles peligros y de la necesidad
de tenerlos presentes para conservar su vida. Evitan cruzar la calle
cuando los coches están circulando, salir solos en la noche o
hablar con desconocidos. Cuando fallece uno de los padres el niño
puede sentirse abandonado por ambos, el padre que se murió y
el que está vivo, ya que el padre o la madre que sobrevive se
encuentra inmerso en su propio dolor y es incapaz de brindarle el apoyo
emocional necesario.
Tomar en cuenta que hay que dedicar un tiempo especial para hablar tranquilamente
con ellos sobre sus miedos y preocupaciones. En lugar de dar sermones,
es importante escucharlos, ya que esto les permite hacer valiosos descubrimientos
sobre su estado emocional. Durante la conversación surgen una
gran cantidad de preguntas para contestarlas es necesario basarse en
los hechos y con tranquilidad ofrecerles la estabilidad y la seguridad
necesarias. A medida que se sienten más seguros y cómodos
al hablar sobre la muerte, el miedo, la ansiedad, la tristeza y la confusión
disminuyen notablemente.
Edades
de 9 años en adelante.
Cuando
el niño cumple los 9 años el concepto de muerte que tiene
es parecido al de los adultos. Es posible que aún tenga algunas
preguntas con relación a creencias religiosas y culturales, depende
de cómo hayan sido educados y qué deseen saber más
cosas sobre el cielo, el infierno y la vida del más allá.
Su comprensión del futuro está más desarrollada,
piensan en términos de cómo la muerte de un ser amado
transforma su vida, algunos preadolescentes pueden negar que la muerte
haya cambiado su vida e insistir en que “ no sienten nada “
o “ no les importa “, y mostrar después cólera
o incluso una conducta violenta. Los preadolescentes tienen también
un sentimiento mucho más acusado de su mortalidad. Los estudios
han demostrado que piensan sobre su propia muerte, pero que a menudos
bloquean o subliman estos sentimientos para evitar afrontarlos.
Al cumplir los 12 años, el adolescente cuenta con mejores habilidades
de afrontamiento. La pérdida a causa de una muerte se experimenta
y se expresa de maneras diversas en diferentes fases evolutivas. Su
estado emocional está constantemente agitado y cambiando. Por
un lado, abrazan la vida plenamente y están convencidos de su
inmortalidad y omnipotencia, por otro, el impacto de la muerte tiende
a aumentar la agitación emocional que experimentan. Sus reacciones
pueden variar ampliamente y cambiar de pronto del miedo a la cólera,
a la culpabilidad, a la negación y a la regresión de pensar
como un niño.
Al igual que los preadolescentes, los adolescentes luchan con el hecho
de ser conscientes de su propia mortalidad. Muchos han tenido ya alguna
experiencia con la muerte, quizás la pérdida de algún
abuelo y recuerdan el dolor y la tristeza que sintieron. Es posible
que alguno de ellos caiga en depresión, se aparten de los amigos
y de alguno de los miembros de la familia , se aíslen y se hundan
en sus pensamientos. Pueden volverse más callados de lo normal
y pasar muchas horas durmiendo.
Para ayudarlos a elaborar su duelo, basta con recordar todos los sentimientos
de cuando se era adolescente, ya que con esto se logra un contacto con
las emociones intensas y conflictivas de la adolescencia y se facilita
la comprensión hacia el adolescente que pasa por este difícil
trance.
En el período que sigue al deceso, ofrecerles una oportunidad
de salir con sus amigos, ya que el apoyo que existe entre ellos les
consuela durante esta dolorosa época. Muchos adolescentes se
benefician al asistir a un grupo de apoyo en donde puedan expresar sus
sentimientos con otros jóvenes que comparten edad y experiencias
similares.
Los adolescentes necesitan una guía y una estructura, intentar
mantener unida a la familia y motivarlos a desempeñar un papel
importante dentro de ella, asumiendo sus responsabilidades, como puede
ser ayudar a sus hermanos más pequeños, esto les brinda
una sensación de seguridad , los lleva a una derreflexión,
es decir sus pensamientos salen de sí mismos hacia sus hermanos
y esto les ayuda a elaborar su propio duelo.
Es de vital importancia brindarles el apoyo necesario, así como
permanecer a su lado, darles permiso para llorar y experimentar sus
sentimientos para que con el paso del tiempo disminuya el dolor por
el que pasan en esos momentos.
2.2
Consejos generales para ayudar a un niño a superar las pérdidas.
El
camino que tome un duelo está profundamente influido por la manera
en que sea tratado por el padre sobreviviente, por los parientes, maestros
y amigos durante las semanas y mesas que sigan a la pérdida.
Lo
que se le dice al niño y cómo se le dice:
Los
adultos suelen estar presentes cuando muere un pariente, si no lo están,
la información les llega de todas maneras en forma rápida.
En cambio en nuestra sociedad esto no ocurre con los niños y
la información suele llegarles en forma tardía y equívoca.
Cuando muere uno de los padres , por lo general, el progenitor sobreviviente
es el que informa a los hijos de este hecho, lo que obviamente es un
paso penoso y difícil. En la mayor parte de los casos, esta información
se entrega de forma inmediata, pero en algunos llega a postergarse por
semanas e incluso meses. Ocasionalmente se le informa al niño
que el padre muerto se ha ido de viaje o que está en el hospital.
El padre sobreviviente es muy dado a decir al niño, que su padre
o su madre se fue al cielo. En una familia devota se presenta sin mayores
dificultades, pero cuando la familia es atea se crean dificultades pues
hay una discrepancia entre la concepción de muerte del padre
y lo que se le dice al niño. En este caso, para el niño
el cielo no pasa a ser diferente de otros lugares físicos como
Brasil o Noruega y comienza a preguntar dónde queda ese lugar
y quiénes viven ahí. El niño suele creer que el
padre muerto regresará pronto; por ejemplo: a un niño
de cuatro años le dijeron que su padre muerto se había
ido al cielo y el día de su cumpleaños lloró porque
éste no llegó a verlo.
Otra explicación que se les da a los niños cuando muere
alguien es que esta persona se ha ido a dormir, el niño no entiende
que se trata sólo de una metáfora y para él el
irse a dormir, pasa a convertirse en un hecho peligroso.
Ahora bien, los dos tipos de informaciones decisivas que se le deben
entregar al niño son que:
-El
padre muerto no regresará.
-El cuerpo se encuentra sepultado bajo tierra
Esta información es difícil de entregar por que el padre
sobreviviente busca proteger al hijo de la impresión de la muerte
y de la situación de duelo. Comúnmente se evita llevar
al niño al entierro. Después de una muerte es recomendable
que los niños sean incluidos en los planes del ritual. Esto les
ayuda a recordar a la persona amada, si los niños desean asistir
al funeral se les debe explicar en detalle y por anticipado lo que va
a suceder en el funeral, por ejemplo cómo es el salón,
quienes van a estar presentes, qué cosas van a ver: como personas
llorando o rezando, la caja del muerto y sobre qué va a suceder
durante la ceremonia religiosa. El padre doliente puede estar ocupado
con su propia pena, por lo que es mejor recurrir al apoyo de un adulto
de confianza o un familiar cercano que ayude al niño durante
el servicio fúnebre.
Se debe tomar en cuenta que los niños interpretan rápidamente
los signos o finge ser valiente envía a sus hijos un mensaje
falso y esto los confunde, pueden pensar ¿Acaso no le importa
a papá lo que ha ocurrido? O bien ¿por qué mamá
parece estar normal cuando yo me siento triste?. Compartir el dolor
disminuye la carga de todos.
Lo
que se puede hacer desde una postura logoterapéutica:
1..-
Brindar apoyo al padre sobreviviente.
El primer paso consiste en brindar apoyo al padre sobreviviente, de
tal manera que pueda reflexionar sobre lo ocurrido. Se le puede ayudar
a expresar sus sentimientos e impulsos, de esta manera el duelo toma
un camino sano. Una vez producido esto, se hace menos dura la tarea
de incluir a los hijos en el proceso de duelo. El padre y los hijos
pueden expresar en común sus sentimientos.
Finalmente, debe considerarse que la patología y la confusión
surgen al ocultar la información de la muerte a un niño
o cuando se reprimen sus sentimientos niegan lo que sienten y viven
“ como si todos fueran muy felices “ y el niño aprende
a vivir así. Los niños son capaces de asumir y responder
al duelo en forma realista y sana viviendo cada una de las fases del
duelo, más adelante en el apartado 2.3 que trata sobre el manejo
de emociones, explico cada una de estas fases.
2.-
Ideas del niño sobre la muerte.
Las
ideas de muerte de un niño derivan de sus tradiciones familiares
y de la relación con su grupo de pares. Los niños comienzan
a preguntar sobre la muerte cuando ven a un insecto, o a un ratón
muerto; es importante responder a todas sus dudas para que se forme
en él una adecuada idea de la muerte. Es conveniente decir al
niño desde pequeño que todos vamos a morir algún
día, que ésta es la ley de la naturaleza y que en ese
momento es natural sentir dolor y deseos de que esa persona regrese
con nosotros.
Se les debe hablar con honestidad y con detalles suficientes para el
nivel de comprensión de su edad y etapa de desarrollo. A los
niños debe dárseles seguridad, ya que frecuentemente se
preocupan de si van a morir también, o si es el otro padre quien
va a morir. Las respuestas deben ser honestas y directas, con un lenguaje
correcto y cerciorarse de que el niño procesa la información.
3.-
Consideraciones favorables al duelo.
Cuando
las condiciones son favorables el niño llora a un padre desaparecido,
igual que en el duelo sano del adulto.
Las condiciones para el duelo infantil más significativas son:
1.-
Que haya mantenido una relación razonablemente segura y afectuosa
con sus padres antes de sufrir la pérdida.
2.- Que se le dé información precisa sobre lo ocurrido,
que se le permita hacer toda clase de preguntas y se le conteste del
modo más honesto posible, que participe en la aflicción
de la familia y si lo desea asistir a las ceremonias fúnebres.
3.- Que cuente con la consoladora presencia del padre sobreviviente,
si esto es imposible, entonces con la de un sustituto de confianza y
que tenga la seguridad de que esta relación continuará.
Después
de la pérdida de un padre, el niño o el adolescente generalmente
anhela su presencia con tanta persistencia como un adulto, a veces abriga
la esperanza de que el padre desaparecido pueda volver, otras veces
reconoce de mala gana que eso no puede ser y se pone triste. A veces
se puede comprobar que experimenta una viva sensación de la persona
muerta. Puede tener estallidos de cólera por la pérdida
sufrida y en otros sentimientos de culpabilidad, también teme
que el padre sobreviviente muera; es decir, el resultado de una pérdida
es temer sufrir otra pérdida. A menudo puede encontrarse ansioso
y tener conductas difíciles de comprender por los demás.
Cuanto menor es el niño, menos posibilidades hay de que el duelo
se parezca al de un adulto. El duelo de los niños se caracteriza
por recuerdos e imágenes persistentes de la persona y por repetidos
accesos de anhelo y tristeza, especialmente en reuniones de familia
y aniversarios o cuando una nueva relación empieza a marchar
mal, esto es importante cuando se espera que un niño con duelo
establezca una nueva relación. El niño debe aprender a
diferenciar la relación anterior de la nueva para que ésta
prospere, esto es más decisivo aún cuando se trata de
una nueva figura parental, pues surgen las comparaciones que son inevitables
y penosas.
El niño responde mejor a los nuevos rostros si el padre sobreviviente
o la nueva figura parental son sensibles al recuerdo del niño
por la relación anterior.
En
resumen:
¿Qué
debemos evitar decir a los niños?
-Morir es igual que dormir.
-Que
cuando una persona muere, no está realmente muerta.
por que hay una esperanza de volverlo a ver y esto es un obstáculo
para elaborar el duelo.
-Que
Dios se lleva a las personas a vivir con él, por que los necesita.
El niño puede pensar ¿Qué Dios no sabe acaso que
yo también lo necesito?, y esto causa una reacción desfavorable
hacia Dios.
-Que
se lo llevó la virgen.
Puede pensar “ qué mala es la virgen.
-Tu
hermanito es un angelito que está junto a Dios .
Puede pensar que el hermanito está mejor allá que aquí.
-Que
la persona que falleció se fue a un largo viaje.
Deja abierta la idea dando una sensación de esperanza de volver
a verlo.
¿Que
sí les podemos decir a los niños?
Hablar
del proceso de muerte con verdad y sinceridad, que la muerte es irreversible,
ue todos los seres vivos mueren, que la muerte es inevitable.
2.3.- Manejo de emociones.
El
niño frente a la pérdida reacciona de diferentes maneras,
a continuación presento algunas de las respuestas típicas
que muestran ante la muerte de un ser querido.
La Negación.- Una respuesta común es negar que la muerte
ocurra. En su negación se muestran muy agresivos. Algunos niños
parecen estar más contentos y juguetones después de enterarse
del incidente, como si la pérdida no les hubiera afectado en
absoluto. Los adultos suelen malinterpretar esta conducta creyendo que
los niños son fríos e indiferentes, o que nunca llegaron
a amar a la persona fallecida y pueden reaccionar con cólera
o simplemente ignorar a los niños.
La realidad es que esta negación indica que el niño siente
un dolor tan profundo que intenta levantar un muro para que la muerte
no le afecte. Cuanto más contentos están y más
activamente juegan, más les parece que el dolor se aleja. Los
niños que niegan la muerte de un ser querido necesitan oportunidades
para llorarla y es posible que también necesiten permiso para
hacerlo. Los adultos les dan permiso para hacerlo cuando animan a sus
hijos a hablar de la persona fallecida y de los sentimientos que existen
ante la pérdida, y cuando constituyen un buen modelo de los propios
sentimientos y de cómo se comporta ante la muerte de un ser querido.
Ansiedad.- Un niño que sufrió una pérdida teme
sufrir otra. Esta actitud lo hace especialmente sensible a toda separación
de la figura que cumple con las funciones de maternidad y también
a cualquier hecho que le parezca indicar otra pérdida, es propenso
a buscar consuelo en algún juguete viejo o manta o algo que esté
relacionado con su edad.
Es comprensible que los niños reaccionen ante la muerte sintiéndose
asustados y vulnerables. Intentan ocultar estos sentimientos, sobre
todo a los niños de su edad, porque no quieren que sus amigos
o compañeros de la escuela los consideren “ diferentes
“. Los niños sobretodo pueden reaccionar con agresividad.
Cólera o Ira.- Algunos niños pequeños que pierden
a un padre se ponen extremadamente furiosos por ese hecho. Suelen pasar
inadvertidos especialmente cuando la cólera se expresa de manera
indirecta.
La Culpa.- Es muy fácil que un niño le eche la culpa a
algo o a alguien, incluso a sí mismo por la muerte de uno de
los padres o de un hermanito, esto se debe a dos razones:
1.- En general un niño desconoce que es lo que causa la muerte.
2.-
Los niños asignan gran importancia a lo que ven, a lo que escuchan
o a lo que se les dice. El 60 % de los niños se culpa o culpa
al padre por la muerte del otro. Un niño se echa la culpa si
el padre que muere o el padre sobreviviente trataron de controlarlo
diciéndole que su conducta estaba enfermándole o que sería
la causa de su muerte, así mismo cuando oye que un padre amenaza
a otro. Esto se debe a que la estructura emocional de un niño
es egocéntrica; es decir, sienten que son el centro del mundo,
entienden que el mundo existe y siente en base a la relación
con ellos, por ejemplo, “ si mi hermano se muere fue por que al
pelearme con él yo pensé “ ojalá te mueras
“. En los niños pequeños el pensamiento mágico
que manejan a través de la fantasía es tan poderoso como
la realidad, con el simple hecho de imaginar, sienten y carecen de la
capacidad de diferenciar entre fantasía y realidad, es por eso
que con el simple hecho de pensar “ ojalá te mueras”
hace que se consideren como “ autores de los hechos “, en
este caso específico sienten que la muerte ocurrió por
su causa y piensan “ todo lo que sucede a mi alrededor es mi culpa
“, se viven como el asesino y como él es el culpable de
esto se castiga y se vive con una gran culpa y un gran enojo sintiéndose
responsable. Es por eso que es muy importante hacer énfasis en
decirles y recordarles constantemente que ellos no son responsables
de la situación que se está viviendo. Responsabilizar
a un niño consciente o inconscientemente es abusar sicológicamente
de él.
Los
conceptos de permanencia, eternidad y perpetuidad son difíciles
de comprender para cualquier persona. La pena que sentimos cuando un
ser querido muere no es por el fallecido, sino por nosotros mismos.
Estamos conscientes de que la pérdida es permanente y que nos
afectará el resto de nuestra vida. Aceptar esa pérdida
es esencial para un duelo sano.
Los niños a cualquier edad lloran y extrañan al ser querido
que muere, sabemos que el dolor se supera mejor cuando sale fuera y
que el niño afronta mejor la pérdida en un entorno que
le brinde seguridad, que le demuestre afecto y calidez, además
que fomente la expresión de sus emociones, proporcionar este
entorno en un momento de profundo dolor es un acto de amor, ya que permite
al niño darse cuenta de que nos preocupamos por él y que
deseamos ayudarle a superar éste difícil período.
Es
muy importante detectar los siguientes puntos:
1.-
La muerte se esperaba o fue repentina?. Por lo general, el dolor dura
más si la muerte es súbita.
2.-¿Qué tan unido estaba el niño a la persona fallecida?.
Entre más cercana sea la relación , más largo es
el proceso.
3.-¿Hasta qué punto comprende lo que la muerte significa?.
Los niños que comprenden la muerte parecen superar el dolor más
fácilmente que aquellos que tienen dificultades con este concepto.
4.-¿Cuánto apoyo puede darles la familia?- Cuanto más
apoyo, mejor.
5.-¿Se le permite llorar la pérdida y se le alienta a
hacerlo?. Esta actitud favorece un duelo normal y sano.
El camino que un niño sigue durante el duelo es tan imprevisible
como los mismos niños. Lo mejor que los adultos podemos hacer
es estar atentos a diferentes señales y etapas de impacto emocional,
negación, incredulidad, miedo, culpabilidad, inquietud y aceptación
que va experimentando y ofrecer después las palabras adecuadas
en el momento adecuado. Aunque un niño no dé señales
de estar viviendo la pena, puede seguir estándolo. A veces, para
que se convierta en una cuestión privada y personal, es necesario
dar permiso a los niños para que lloren la pérdida de
su ser querido.
Para ayudarlos a superar este proceso es necesario tomar en cuenta lo
siguiente:
-El
tiempo.
El período que rodea a una muerte se presenta dentro de un gran
caos y hay tanta desesperación que puede hacer que se pierda
la noción del tiempo. El dolor de los niños es intenso
y también necesitan consuelo y afecto para superarlo, necesitan
hacer preguntas y expresar sus sentimientos así como la presencia
de adultos afectuosos.
Esta especial atención que se les brinda les demuestra que cuentan
con amor y apoyo en el momento en que más lo necesitan, de ésta
manera es como comienza la recuperación y el crecimiento en los
meses que siguen a la muerte acaecida.
-La
compañía.
Mientras los niños lloran, se enojan, o sienten alguna culpa,
es muy probable que al padre le den ganas de llorar, el compartir con
ellos estos sentimientos es importante, ya que éstos disminuyen
su intensidad, se reafirma la validez de expresarlos y además
encuentran un gran consuelo y seguridad.
-La
ayuda.
La familia y los amigos pueden ofrecerse a ayudar en algunas tareas
y responsabilidades, es importante aceptarla, ya que hay que conservar
la fuerza y la energía, esto ayuda a que se supere el dolor y
a acompañar más a los niños.
-Romper
con los mitos.
Cada niño es un individuo único, cada uno llora la muerte
de su ser querido a su manera, es recomendable dejar que experimenten
y expresen sus emociones del modo que prefieran. Tratar de evitar decir:
“ tienes que se valiente” o “ no llores delante de
todo el mundo “ o “ ahora eres el hombre de la familia”.
Este tipo de mensajes reprimen y retrasan la manifestación del
dolor y la pena de un niño y lo comprometen de por vida. El dolor,
la cólera, la culpabilidad o la aflicción que sienten
acaban por salir, intentar reprimir esos sentimientos sólo postergan
lo inevitable y mientras tanto se van intensificando los síntomas
del duelo.
-Expresión
de sentimientos.
Es posible que los niños carezcan de preparación para
expresar sus sentimientos de un modo significativo. Las emociones generadas
por el impacto de una muerte pueden ser totalmente nuevas para ellos
y es posible que no encuentren las palabras adecuadas para expresarse.
Existen diferentes medios para ayudarlos a que se expresen, como animarlos
a que dibujen, a que pinten, a que escriban cartas, poemas, a sacar
fotografías, a compones canciones...Cualquier cosa que elijan
y si desean hacerlo, pueden compartirlo.
-Actividades físicas.
Cuando ocurre una muerte en la familia, es muy posible que los niños
se encuentren agotados, sin fuerzas y deprimidos, sus reacciones se
vuelven más lentas tanto física como mentalmente, los
pensamientos y las acciones pierden la vitalidad a medida que la energía
negativa va minando las emociones. Existe la tendencia a rendirse y
a entrgarse a la depresión. En las actividades cotidianas hay
cambios. Ofrecer a los niños una oportunidad para que realicen
actividades físicas, son formas de combatir la depresión
, de que se distraigan. Romper la inercia del impacto que ha provocado
la muerte es uno de los primeros pasos que el niño puede dar
para iniciar su recuperación.
-La
lectura.
Leer un libro puede ser terapéutico. La lectura consiste en hacer
una abstracción del mundo para encontrarle un sentido, inventar
un sentido, resignificar, abstraerse, la ficción da un nuevo
lugar desde dónde mirar el mundo, abre un espacio que antes no
estaba, un espacio desconocido, en el que cada quien encuentra algo...,
la lectura abre cada vez un espacio de sentido en donde todos parten
en igualdad de condiciones, lo cual permite que se abra el diálogo.
Algunos niños prefieren leer en privado, pero a la mayoría
les encanta que los padres les lean algo, es una gran oportunidad para
acercarse a los niños y ayudarlos a expresar sus sentimientos.
Existen
distintos tipos de textos a elegir:Los cuentos infantiles, las leyendas,
los textos de filósofos, los poemas o las metáforas. En
el caso del poema nos lleva a intimidar, el poema expresa, hay que entender
la expresión de las emociones que manifiesta. En la metáfora
encontramos un recurso privilegiado ya que crea un sentido antes inexistente.
La impertinencia semántica que constituye la metáfora
no es una cuestión puramente ornamental, revela aspectos de la
realidad que permanecen ocultos al lenguaje descriptivo. A través
de la lectura es posible autodistanciarse como una posibilidad de ver
los problemas desde otro punto de vista y señala por sobre todo
un antes y un después: quien ha participado de un auténtico
cuestionamiento ha de verse ciertamente modificado. La transformación
de cuestionamiento no es asunto de opinión, lo que se conmueve
es un modo de ver el mundo que reconoce que lo mismo puede ser visto
desde otro lado. Y nuevamente ver las cosas desde otro lado no es una
cuestión de opinión, es la comprensión de que no
hay un único sentido posible, aunque a veces solo se tenga la
capacidad de ver sólo uno.
Grupos
de apoyo.
Los niños suelen relacionarse mejor con otros niños que
con los adultos. Existen grupos de apoyo para niños que han perdido
a un miembro de la familia. Estos grupos les ofrecen la oportunidad
de oír a otros niños que están experimentando unos
sentimientos similares a los suyos y de hablar con ellos. Los niños
aprenden que no están solos, que no son diferentes, y que es
correcto hablar de lo que les está ocurriendo. Al respecto la
Dra. E. Kubler-Ross, refiere que las personas que han sufrido una pérdida
necesitan encontrar un lugar seguro en donde puedan gritar si así
lo precisan y en donde puedan expresar verbalmente sus sentimientos.
Ella estableció una serie de talleres en donde personas afligidas
como los niños, los jóvenes y adultos, empezaban a liberar
su angustia y compartían los recuerdos y detalles de la agonía
y muerte de sus seres queridos, pero en grupo aprendían a compartir
su dolor y sus esperanzas, por que al compartir con otras personas,
es más fácil comprender y sentirse comprendidos.
Al
invitar a los niños a participar en uno de estos gripos es posible
comentarles que es una oportunidad positiva de aprender, crecer y estar
con otros niños de su edad que comparten sus mismos sentimientos
de pérdida en donde pueden aprender muchas cosas aplicables a
este momento y también para el futuro, pero sin exámenes
ni calificaciones.
Pedir ayuda a un profesional.
El proceso del duelo puede durar un año o más. La mayoría
de los niños lo sobrellevan razonablemente bien, con períodos
de comportarse con normalidad interrumpidos por momentos de pena. Sin
embargo a algunos les resulta muy difícil. Es necesario prestar
atención a las siguientes conductas:
-Llorar
en exceso por largos períodos.
-Rabietas frecuentes y prolongadas.
-Cambios extremos en la conducta.
-Cambios bruscos en el rendimiento escolar y las calificaciones.
-Aislarse durante tiempos prolongados.
-Pérdida de interés en sus amigos y actividades favoritas.
-Alteraciones a la hora de dormir, pesadillas e insomnio.
-Dolores de cabeza frecuentes u otras dolencias físicas.
-Pérdida de peso.
-Apatía, insensibilidad y una falta general de interés
por la vida.
-Pensar negativamente acerca del futuro durante mucho tiempo o no demostrar
interés por él.
-Esperanzas de reunión con la persona fallecida y deseos de morir
él también.
Si
los niños manifiestan estas actitudes o conductas, es importante
recurrir a la ayuda de un profesional, porque pueden indicar la presencia
de una depresión o de un sentimiento de dolor sin resolver.
2.4.-
La Recuperación y La Aceptación.
Una
conmemoración es un elemento vital para la recuperación
ya que ayuda a aceptar una pérdida y a superar el dolor, el miedo
y la soledad que nos causa. Fomenta serenidad.
En 1934 un individuo llamado Reihold Niebuhr escribió una oración,muy
apropiada para la etapa del duelo y del restablecimiento. Esta oración
puede ser de utilidad para compartirla con los niños:
“ Señor, danos serenidad para aceptar lo que no podemos
cambiar. Valor para cambiar lo que sí podemos cambiar y sabiduría
para conocer la diferencia entre ambas situaciones.”
Recordar
la vida de un ser querido con gran cariño y destacarla de un
modo significativo muestra que estamos encontrando la paz que otorga
la aceptación. Sabemos que no podemos hacer que el ser querido
vuelva a la vida. Es inevitable cambiar el hecho de que haya muerto,
pero ya no hay cabida para la culpabilidad, el remordimiento o el arrepentimiento,
sino que estamos llenos de amor y de serenos consuelo.
Ayudar a los niños a recuperarse de la muerte de un ser querido
requiere de afecto, de un gran compromiso y de tiempo. El impacto de
la pérdida debilita su autoestima y la sensación de seguridad
que tienen. El futuro se presenta para ellos incierto, pueden creer
que la muerte los ha vuelto “diferentes” de los chicos de
su edad y que a partir de ahora arrastrarán la carga del pesar
y del sentimiento de culpa.
Recuperarse no significa eliminar la tristeza, añoranza y angustia,
ni tampoco es una especie de amnesia optativa en la que uno se olvida
de la muerte del ser querido. La persona que ha fallecido era y debe
seguir siendo, una parte importante de la vida de los niños,
lo cual es uno de los objetivos de una conmemoración. El duelo
acaba cuando se puede pensar en el fallecido sin dolor intenso, cuando
se recupera el interés por la vida hay mayor esperanza y gratificación,
también cuando hay una mayor adaptación a nuevos roles
, por eso es importante animar a los niños a seguir con su vida,
a fijarse y alcanzar metas a jugar y a relacionarse con los demás
niños de su edad. Con el tiempo, acaban aceptando la muerte como
una realidad y los cambios que ha provocado y se adaptan internamente
para progresar como seres humanos normales, sanos y felices.
3.-
SENTIDO DE VIDA, SENTIDO DEL SUFRIMIENTO Y AUTOTRASCENDENCIA.
El
hombre es un ser que busca sentido a través de la realización
de valores, indispensables para poder hablar de espíritu, Frankl
pone acento en las potencialidades del espíritu, que nada ni
nadie puede destruir.
En estos casos la importancia de la Logoterapia se convierte en un instrumento
valioso para lograr un mayor crecimiento interior y de ésta manera
las pérdidas son canalizadas en ésta dirección.
Algunas veces es posible modificar las circunstancias y en otras ocasiones
resulta imposible, pero sí se puede modificar nuestra actitud
y nuestra percepción ante ellas. En este caso se trata de elegir
la actitud que aquí y ahora se va a tomar para hacer frente a
este destino, teniendo en cuenta esta pérdida, la persona se
obliga a preguntarse el como de este cambio, no hay más que una
respuesta, la vida tiene que tener siempre un sentido por el cual vivir,
cuando un sentido desaparece, es urgente buscar otro, realizar valores
e ir más allá del propio sufrimiento con la autotrascendencia.
Víktor E. Frankl en su libro “ El Hombre Doliente menciona
que hay tres pistas para encontrar el sentido:( 2000-72)
“ Primero, realizando una acción o creando una obra; segundo,
contactando con algo, sea naturaleza o arte; quiero decir, con algo
o con alguien; y tomar contacto con alguien hasta su ser único
y singular significa amarle. En otros términos el
sentido se puede encontrar tanto por la vía regia activa como
por la contemplativa.
Y, finalmente, se deduce que además podemos encontrar el sentido
en el trabajo, en el amor y también cuando somos víctimas
impotentes de una situación desesperada, una situación
que no podemos cambiar, en la que sólo podemos modificar nuestra
propia actitud, cambiándonos a nosotros mismos, madurando, creciendo,
trascendiéndonos y dando así testimonio de la facultad
más humana del hombre: la de transmutar una tragedia personal
en triunfo.”
Y ¿Cómo se plantea la cuestión del sentido del
sufrimiento?
(2000-297).
“El
que pregunta por el sentido del sufrimiento, olvida que el sufrimiento
mismo es una pregunta, que somos nosotros los interrogados, que el hombre
doliente es el interpelado: éste no ha de preguntar, sino responder,
responder a la pregunta, aguantar la prueba: ha de realizar el sufrimiento.
En el modo de asumir el sufrimiento impuesto, en el cómo del
sufrimiento, esta respuesta del porqué al sufrimiento se entiende,
ante el sufrimiento inevitable, el único susceptible de cargarse
de sentido y el único que posibilita los valores de actitud.
La respuesta que el hombre doliente da mediante el cómo del sufrimiento
a la pregunta del porqué del sufrimiento es siempre una respuesta
muda. Si el sufrir tiene sentido, también lo tiene el compartir
el sufrimiento, la compasión y como el sufrir, el compadecer
es mudo: el lenguaje tiene límites. Donde las palabras dicen
tan poco, huelga toda palabra”.
En
cuanto a la trascendencia esencial del ser humano la define como:
(2000-2120).
“La supertransferencia hacia algo o hacia alguien: Hacia un sentido
por cumplir, o hacia un semejante que sale al encuentro; en todo caso
el ser humano es realmente humano en la medida en que se disuelve en
el servicio a una causa o en el amor a una persona; cabe afirmar que
el hombre se realiza a sí mismo en la medida en que pasa por
alto y se olvida de sí con la entrega de una misión o
a su semejante”.
Es posible que los padres de familia se consideren a sí mismos
como “ tipos creativos” , pero desde el día en que
se iniciaron como tales pusieron su pie en el camino creativo más
antiguo y transformativo que conoce la humanidad. Los hijos están
en camino de descubrir el mundo y, a lo largo de ese proceso, de llegar
a ser ellos mismos, como padres, comparten ese viaje, con todos sus
altibajos, con todas sus alegrías infinitas y sus extravíos.
Esta es una misión sagrada.
Es maravillosa la relación diaria con los niños y la trascendencia
de la labor parental para preparar a los pequeños para una vida
en sociedad y para enseñarles a transformarla. El futuro de los
niños depende de su disposición a contribuir a que el
mundo que les rodea sea mejor. Un niño se convierte en una persona
capaz de mantener relaciones afectivas y responsables experimentando
una relación responsable y amorosa con un adulto.
Un niño necesita descubrir que sus sentimientos son respetados
por aquellas personas a las que quiere como fuente de conocimiento de
su mundo, que puede confíar en lo que sabe acerca de su ser,
que dispone de una brújula interna. Cuando se le ayuda a un niño
para que aprenda a prestar atención a los impulsos de su alma,
aprende a ser responsable en el sentido originario de la palabra, a
responder al dictado de su corazón y a su relación con
los demás. A través del ejemplo, del amor, de la presencia
y del contacto que establece un padre con sus hijos, éstos aprenden
a hablar con el corazón; a reconocer diferentes sentimientos
y a nombrarlos, a confiar en sus percepciones, a otorgarle un significado
a los acontecimientos que ocurren en su entorno.
Cuando surge algún conflicto y se les responde de manera positiva;
es decir con amor y límites, los niños aprenden a afrontar
sentimientos de los que resulta difícil hablar, así como
a afrontar la vida de un modo creativo.
La formación de una familia centrada en los valores y en el sentido
constituye un camino que considero espiritual, es decir constituye un
camino a través de la vida familiar con todas sus alegrías,
tensiones, y sufrimientos del diario vivir. A lo largo de los años
conduce, desde la riquísima y desbordante relación que
los padres disfrutan con un niño pequeño que está
aprendiendo a reconocer y a expresar afecto, directamente a la compleja
lucha interna de encontrar significado en las diferente tonalidades
de grises que caracterizan las relaciones adultas, así como todas
las situaciones planteadas por la vida.
Todo apoyo que se pueda brindar al desarrollo del alma infantil constituye
un reconocimiento de su condición de ser vivo, su impulso natural
hacia el crecimiento y hacia el mundo relacional.
En las escrituras de la Biblia, Proverbios, Eclesiastés, Job-.
Se encuentran un enorme caudal de enseñanzas sobre la integridad
y la virtud humana, extraídas no de valores abstractos o de declaraciones
místicas, sino de la misma experiencia vital. La sabiduría,
personificada en “ Sofía “ en los evangelios gnósticos
procedentes de los griegos, es un ser divino, femenino, que no representa
el pensamiento de Dios, sino, a un ser compasivo con grandes deseos
de relacionarse y de dar rienda suelta a su creatividad, Sofía
puede oscilar entre el cielo y la tierra y al fomentar la integridad
emocional de los niños justamente se está realizando eso.
Se necesita ese forcejeo interno para establecer conexiones entre nuestros
valores espirituales y la experiencia de cada día.
Los niños tienen un acceso más directo a sus sentimientos
que los adultos y se esfuerzan por reconciliar sus sentimientos con
su creciente toma de conciencia de la vida en toda su complejidad. Así
es que es de vital importancia ayudar al niño a vivir en un mundo
real repleto de contradicciones. Enseñarles a seguir la línea
difusa que separa la individualidad de la generalidad, entre ser un
jugador de equipo y defender sus propios criterios, entre encontrar
la serenidad y armarse de valor.
En la actualidad existe una tendencia de muchos padres de familia, sobre
todo en ámbitos urbanos, que piensan que los niños deben
solamente conocer el lado bueno de la vida y tienden a omitir los temas
relacionados con el dolor como la muerte, la enfermedad, el envejecimiento,
la discapacidad, presentándose, incluso, casos de padres de familia
que se oponen a la integración de niños con necesidades
educativas especiales en la escuela en donde asisten sus hijos. Que
están muy pequeños para conocer el dolor, hay que darse
cuenta que los niños en estos casos están influenciados
por los perjuicios y los miedos de los adultos.
Enseñarles a los niños que la vida tiene su claroscuro
y brindarles una preparación para enfrentar la realidad es mejor
para ellos.
Cito un ejemplo de la madre de José Vasconcelos, quién
después de un enfrentamiento con contrabandistas que asaltaron
el fuerte donde vivía la familia en Piedras Negras le habló
de este modo:
“
Si vienen los Apaches y te llevan consigo, tú nada temas, vive
con ellos y sírvelos, aprende su lengua, háblales de nuestro
Señor Jesucristo, que murió por nosotros y por ellos,
por todos los hombres. Lo importante es que no lo olvides: Hay un Dios
Todopoderoso y Jesucristo su único Hijo. Lo demás se irá
arreglando solo. Cuando crezcas un poco más y aprendas a reconocer
los caminos, toma hacia el sur, llega hasta México, pregunta
ahí por tu abuelo, se llama Esteban,... Sí; Esteban Calderón
de Oaxaca; en México le conocen; te presentas, le dará
gusto verte; le cuentas cómo escapaste cuando nos mataron a nosotros...
Ahora bien si no puedes escapar y pasan los años y prefieres
quedarte con los indios, puedes hacerlo; ... las lágrimas cortaron
su discurso y afirmó: Con el favor de Dios nada de esto ha de
ocurrir. ( Vasconcelos, 1982:1-10).
Sabia e intuitiva aprovechó una situación de la vida para
hablar con franqueza y calidez. Le mencionó los peligros a los
que estaban expuestos, pero le dio también la confianza en sí
mismo, y esperanza en que todo se puede arreglar, fue realista en sus
consejos para que su hijo pudiera sobrevivir en una situación
adversa y le deja abierta la posibilidad de que él decida su
destino.
En la actualidad la realidad de accidentes, secuestros y asaltos inclusive
en el propio hogar, es noticia de todos los días y la forma de
prevenirlo, enfrentarlo y saber lo que se puede hacer en caso de vivir
un hecho lamentable puede ser un tema de conversación interesante
entre padres e hijos.
3.1
Cómo Ayudar al Niño a Seguir Adelante.
Se
desconoce el tiempo en el que un niño puede recuperarse de la
pérdida de un ser querido, el antiguo dicho “ El tiempo
lo cura todo” es inaplicable en este caso. El paso del tiempo
ayuda a calmar la intensidad del dolor y a desdibujar los recuerdos,
pero en sí mismo carece de curación. Algunos investigadores
creen que para que la intensidad del dolor disminuya, han de pasar dos
años. Lo unido que estaba al ser querido, las edad del niño
y las circunstancias de la muerte, juegan un papel importante para su
recuperación.
A
continuación presento algunos consejos a tener en cuenta en la
recuperación de los niños que lloran alguna pérdida.
1.-
Paciencia y limites.- Ser pacientes mientras los niños lloran,
se enojan, hacen preguntas y expresan su inseguridad y frustración.
También se les puede pedir que sean pacientes con los sentimientos
de los adultos durante esta difícil época. Evitar pedirles
que “ sean valientes o que recuerden que a mamá ahora le
gustaría que se comporten como un adulto “. Es necesario
que sepan que cuentan con el tiempo y un espacio para explorar sus sentimientos
y seguir siendo niños.
Ser paciente no significa permitirles un mal comportamiento. Los niños
necesitan tener unos límites, sobre todo cuando sus emociones
están llenas de confusión y su vida se ha trastocado a
causa de la muerte de un ser querido. Si dan guerra, evitan las responsabilidades
y sus deberes, necesitan saber que estas conductas son inaceptables.
Si expresan sus sentimientos de un modo inapropiado o destructivo necesitan
que se les muestren mejor formas de expresarlos. Dejarles claro que
se espera de ellos. Por muy rebeldes que se muestren, lo que realmente
desean es tener unos límites y una estructura en su vida.
Algunos padres tienden a ser demasiado indulgentes y tolerantes con
sus hijos después de una muerte por que “ Los niños
han sufrido mucho “, pero esto es un error. Hacerles saber que
lo que se espera de ello es que hagan sus tareas, acaben sus deberes
y se comporten adecuadamente. Cuando rompen las reglas, hacer que asuman
las consecuencias. Con esto se les demuestra que los adultos los aman,
que se preocupan por ellos y al mismo tiempo se les está dando
la sensación de seguridad.
2.-Desarrollar
la autoconfianza.- Hacer todo lo posible para aumentar la autoestima
de los niños en los momento en que se sienten debilitados. Elogiarlos
y halagarlos a cada oportunidad que se presente. Mostrar un verdadero
interés por sus deberes, intereses, actividades exteriores y
amigos, Escucharlos cuando hablen y prestarles atención como
sea posible, por la noche dedicar un rato a tranquilizarlos y ayudarlos
a dormir. Ser generosos con los abrazos y las palabras afectuosas. Mostrar
el amor que se les tiene abiertamente y sonreírles mucho. Decirles
lo orgullosos que están de ellos. Ahora más que nunca
es cuando los niños necesitan saber la importancia que tienen
para sus padres.
3..-
Motivarlos y mostrarles un camino.-La pérdida de un ser querido
puede hacer que los niños tengan una sensación de desesperanza,
de que ya nada importa, de que apenas pueden controlar nada y que el
futuro es incierto e imprevisible. Pueden retraerse en la inactividad
como una forma de protegerse.
Animarlos a jugar, a participar en actividades que les gusten y a salir
con los amigos. Darles oportunidades para disfrutar de la vida y volver
a ser niños. Ayudarlos a concentrarse en el presente y en el
futuro. Explicarles los cambios que tienen lugar a causa de una muerte,
es necesario exponérselos de forma positiva.
Trabajar con ellos para que logren metas alcanzables. Al principio pueden
ser metas sencillas y a corto plazo y, poco a poco, a medida que vayan
progresando en la recuperación, ser más complejas y a
largo plazo. Si los niños pequeños se muestran preocupados
o ansiosos, se les puede ayudar asignándoles un detallado programa
diario. Especificarles a qué hora se van a levantar, la hora
de recogerlos en el colegio, qué es lo que harán después
de salir de él, qué comerán para la cena y cuando
se acostarán. Este programa les proporciona una sensación
de seguridad y unas actividades concretas que esperan con ansia y en
las que confían. Se puede ir reduciendo poco a poco el programa,
a medida que los niños van adquiriendo sus propias rutinas y
volviendo a la normalidad. A los niños de mayor edad les va bien
discutir los planes que tienen para la secundaria al concentrarse en
el futuro, se les está diciendo a los niños que el pasado
no se puede cambiar y que ha llegado el momento de seguir con su vida.
Recordarles a menudo que su dolor va disminuyendo y que el futuro sigue
siendo prometedor para ellos.
4.-
Que puedan elelgir. El dejar elegir a los niños les llena de
fuerza y les da la sensación de poder controlar su vida. Al hablar
a solas con cada uno de ellos o durante reuniones familiares, proponerles
diversas opciones. En la medida de lo posible , dejar que decidan cuando
quieren hacer sus deberes y sus tareas, qué actividades desean
realizar al salir del colegio y qué libros desean leer. Invitarlos
a planear conjuntamente las vacaciones y las salidas familiares e incluirlos
en las decisiones de la familia.
5.-
Que resuelvan sus problemas. Aprender a resolver problemas es útil
en cualquier ámbito de la vida y además reduce la ansiedad
de los niños y aumenta su autoestima. Cuando los niños
saben abordar un problema y resolverlo solos confían más
en el futuro y en ellos mismos. Una forma de enseñarles es presentarles
unos dilemas hipotéticos para que se cuestionen y evalúen
las posibles soluciones, por ejemplo: “ Tu mejor amigo te ha estado
comprando caramelos, juguetes y otros regalos. Un día te dice
que quiere contarte un secreto, pero que le tiene que prometer que no
se lo dirás a nadie. Se lo prometes. Entonces te confiesa de
donde ha sacado el dinero para hacerte los regalos. Ha estado robando
pequeñas cantidades de dinero del monedero de su madre. ¿Qué
es lo que tú harías?. Anotar cada solución propuesta
en la parte superior de una hoja. De debajo de las soluciones trazar
dos columnas. Titular una de ellas Ventajas y la otra Desventajas. Deja
que los niños evalúen cada solución escribiendo
sus ventajas y desventajas. Animarlos a encontrar soluciones y analizarlas
los lleva a revisar el tema de la libertad, la responsabilidad y a asumir
sus consecuencias.
6.-
El valor de la unión familiar. Hacer saber a los niños
que siguen formando parte de una familia que se mantiene unida. Explicarles
que las familias que se mantienen unidos para superar el dolor y seguir
con su vida son más fuertes que los individuos que lo intentan
hacer solos. Tanto la tristeza como los recuerdos se valoran más
cuando se comparten, los planes para el futuro son más divertidos
cuando todos participan en ellos. Hacerles saber que el hecho de formar
parte de una familia significa que ninguno de ellos está solo.
7.-Promover su felicidad. Los niños que lloran la pérdida
de un ser querido necesitan recibir permiso de volver a ser felices.
Necesitan saber que es natural jugar, aprender, reír y amar.
Al igual que durante el proceso del duelo, los niños imitan la
conducta de los adultos que se ocupan de ellos, también desean
saber como actuar durante la recuperación. Ser un buen ejemplo
para los niños, salir con amigos, bromear, relajarse , sonreír
y volver a gozar de la vida. Decir a los niños que una vida feliz
y exitosa es la mejor manera de conmemorar a alguien que ha muerto.
Eso es lo que el ser querido hubiera deseado.
4.-
UTILIDAD DEL JUEGO, DEL ARTE Y DE LA LECTURA DE CUENTOS COMO UN APOYO
DURANTE LAS FASES DEL DUELO.
Para
preparar al niño cotidianamente a ver la muerte como un fenómeno
natural y ayudarlo en la elaboración de su duelo cuando sea el
caso, además de las recomendaciones anteriormente mencionadas,
es posible acudir a la fantasía creadora que se expresa en el
juego, el dibujo y el cuento, puesto que la fantasía, es decir
la imaginación libre, no controlada por la lógica de la
razón, les permita resolver sus conflictos internos, elaborar
sus duelos y adaptarse a la vida.
1.-
El Juego.
El
juego es una actividad generadora de placer que no se realiza con una
finalidad exterior a ella sino por si misma. ( Arnold Russel ).
Características
del juego:
1.-
Es una actividad libre, supone la capacidad inventiva del jugador, no
prevé resultados.
2.-Es ficticia, la conciencia específica de la realidad es seguida
de irrealidad en relación a la vida cotidiana.
3.- Es placentero, es agradable para quien lo realiza.
4.- Genera orden.
Objetivos
del juego:
1.-
Comprensión y expresión de emociones.
2.-Comprensión de las causas fundamentales de la conducta.
3.-La comprensión del Yo en el niño.
Para
Melany Klein el juego no es simplemente la satisfacción de un
deseo, sino un triunfo y dominio sobre la realidad penosa mediante el
proceso de proyección en el mundo exterior de los peligros internos.
Es importante que el niño pueda vencer la realidad por medio
del juego, pero es aún más importante para su desarrollo
la libertad de transformar un acontecimiento en el que es sujeto pasivo
en otro acontecimiento en el que sea el controlador activo.
En los juegos los niños escenifican lo que existe en su mundo
interior, sus temores sus miedos y sufrimientos, se expresan de una
manera espontánea y controlada a la vez por ellos mismos y esto
les pemite asimilar y aceptar poco a poco su realidad.
En el juego simbólico compensatorio , por medio de la alternancia
de la realidad con la fantasía, el niño resuelve una serie
de conflictos interiores y aprende a adaptarse a la vida. Por eso es
necesario dejarlo jugar lo más que se pueda, evitar reprimir
esa forma de expresión, sobre todo en un período de duelo
y evitar comentarios con respecto de su actuación- ¿Cómo
puedes pensar en jugar en estos momentos?, la risa y el juego son para
el niño tan necesarios como el llanto en la resolución
de un duelo y los juegos que pueden parecer a los adultos totalmente
inadecuados en cierto momento son para el niño la vía
normal para aceptar la realidad de la muerte o cualquier otra pérdida
significativa.
Además de que el juego sirva para propósitos educativos
y terapéuticos en la vida del niño, también es
la forma en la que el niño ensaya las actividades y los papeles
sociales y se familiariza con los objetos y las personas de su ambiente.
Es el principal medio de comunicación del niño. Dentro
de éste es donde se revelan las preocupaciones y las fantasías.
Además de ser de naturaleza instructiva y catártica el
juego es también autorrevelador y puede utilizarse para comprender
con mayor claridad las preocupaciones y los sentimientos del niño.
Harley y Cols. ( 1952 ), comentan que, “ leer el lenguaje del
juego es leer los corazones y las mentes de los niños “.
Al respecto es también una vía recomendable para experimentar
y dominar la comunicación interpersonal verbal. Con el juego,
los niños ensayan y actúan lo que ven y oyen y de esta
manera, al mismo tiempo, revelan que dominan a las personas que los
rodean y a su mundo.
El juego además de ser catártico, autorrevelador e instructivo
es también divertido y por ello automotivante. La verdadera naturaleza
del juego es no tomarlo en serio. Y a pesar de que es parte de un asunto
serio de la infancia a través del cual los niños aprenden
a manejar mejor todos los recursos propios, evita ser tomado con demasiada
seriedad por ellos. De este modo los niños se sienten libres
y espontáneos para ser ellos mismos y para divertirse ensayando
cosas. En general, el juego en sí tiende a ser un medio invitador
con el que se puede ayudar a los niños a darse cuenta de sí
mismos.
2.-El
Arte Como Medio Terapéutico De Juego.
A
través del tiempo el arte ha sido de gran importancia como medio
terapéutico, considerándose como un área de actividad
expresiva y creativa. Desde la antigüedad se ha utilizado para
enriquecer la vida. Sus representaciones simbólicas pueden haber
ofrecido un sentimiento de control sobre las fuerzas externas y también
sobre las de naturaleza interna, siendo el punto de reunión entre
el mundo exterior y el interior. Estas representaciones también
sirvieron como una forma de comunicación. La historia personal,
las emociones, la historia y los valores del grupo se transmitían
por medio de obras gráficas. Así, el arte representa una
salida emocional y física que origina un vínculo comunicativo
entre el producto y el receptor de esa producción.
El arte y el juego se han utilizado como métodos terapéuticos
autoexpresivos significativos en personas de diferentes edades, condiciones
y diagnósticos, así como para diferentes objetivos terapéuticos
y propósitos. El arte se utiliza con niños como una oportunidad
benéfica para su crecimiento y satisfacción personal.
Como mencioné anteriormente, el juego proporciona al niño
una oportunidad natural, sencilla y no amenazante para revelar sus temores,
esperanzas y fantasías. Esto se representa en una forma de comunicación
simbólica que ofrece una oportunidad para la expresión
de sentimientos y de pensamientos.
Dentro de este contexto, los niños se expresan más abiertamente
y se pueden comprender los problemas de lo que evitan hablar. A través
de las actividades del arte, el niño exterioriza sus preocupaciones
con mayor facilidad.
Existen algunas semejanzas entre el arte y el juego, así como
diferencias significativas. Por ejemplo, la utilización de juguetes
en el juego, comprende objetos cuyas funciones están ampliamente
predeterminadas, en tanto que el arte permite al niño crear y
hacer funcionar algunas formas. Estas creaciones pueden ser tan variadas,
imaginativas y personales como el niño lo desee y cada una representa
una afirmación personal.
Los
fundamentos para incorporar el arte al juego son:
1.-Los
medios del arte facilitan la comunicación con los niños
sin considerar posibles barreras de lenguaje, cultura, experiencias
reprimidas y resistencia.
2.- Las actividades del arte alientan la creatividad, la espontaneidad,
la autoexpresión y el descubrimiento.
3.- Las producciones artísticas suministran medios proyectivos
similares a la catarsis en la que los niños proyectan sus sentimientos,
sus ideas y sus preocupaciones.
4.- Debido a que en el trabajo artístico existe un producto final
definitivo, trabajar en un ambiente artístico significa una proceso
activo, creativo e intuitivo que permite que surjan todo tipo de sentimientos,
en donde posteriormente se facilita el diálogo.
Lo
más significativo para el abordaje del duelo es el valor proyectivo
que tiene; es decir, el niño refleja su personalidad, su vida
emocional, el conocimiento y la comprensión que tiene de la realidad.
Par reproducir la realidad que trata de plasmar en el dibujo, el niño
necesita ser capaz de identificar los colores, controlar sus movimientos
y desarrollar la motricidad fina que le permita llevar su mano por el
camino que su imaginación le dicta.
Entre las características del dibujo están el realismo,
la expresión y la comunicación. El niño dibuja
la realidad que le es significativa, como la conoce la plasma como la
ve , no como es.
Por medio del dibujo expresa lo que piensa y siente, dando salida a
los productos de su imaginación, comunica su mundo interior para
lo cual el adulto debe ser sensible y prudente en su imaginación.
En el dibujo del niño que elabora un duelo, lo que interesa es
el mensaje que transmite, no lo bien hecho que pueda estar. El niño
traslada su estado de ánimo al papel, por ello es innecesario
obligarlo a dibujar si carece de la necesidad de hacerlo, debe dibujar
por placer y necesidad.
3.-
El Cuento.
Los
cuentos nos conectan con las formas más antiguas y tradicionales
de fomentar nuestro bagaje emocional: la familia, la cultura y las raíces
espirituales. Crean padres e hijos que comparten un mismo lenguaje,
cuyas palabras como pum... zaz... auch!..., tienen ubn toque mágico,
son palabras que expresan sentimientos que, de otra manera se dificulta
verbalizar.
Cuando se escucha la palabra “ Érase una vez”, se
experimenta a la vida de una manera determinada que se sale de lo común
y, que sin embargo, resulta asombrosamente parecida a la de los adultos.
Nada más real que un cuento, la mayoría de los adultos
han olvidado como se sienten las personas de talla baja en un mundo
de un metro ochenta.
El Psicoanalista Bruno Betelheim señala en su emblemático
libro de Uses of Enchantment, “ la tarea más importante
y difícil está en la educación de un niño
y es la de ayudarle a encontrar sentido en la vida. El niño mientras
se desarrolla aprende paso a paso a comprenderse mejor, así se
hace más capaz de comprender y relacionarse con las personas
que forman parte de su entorno de un modo mutuamente satisfactorio y
lleno de significado. En esta tarea lo más importante en primer
lugar es la relación con los padres y o cuidadores del niño
y el impacto que estos causan en él. En segundo lugar, siguiendo
a Betelhein, está la herencia cultural si se transmite al niño
de la manera correcta. Cuando los niños son pequeños la
literatura es la que mejor aporta el contenido cultural.
La literatura ofrece grandes posibilidades a los niños en su
crecimiento, aumenta el vocabulario, lo cual le facilita la adquisición
de todo tipo de aprendizajes, desarrolla la imaginación proporcionándoles
goce estético y le promueve un pensamiento crítico y propositivo.
También le proporciona ayuda psicológica, ya que expresa
su mundo emocional. Y en especial el cuento, que representa el mundo
emocional de los niños con sus conflictos y complicaciones, es
un excelente recurso para su formación, entre otras cosas por
lo que ayuda en el manejo de su afectividad, el niño necesita
sentir estabilidad emocional, lo cual se la da la identificación
con la historia y los personajes que se relacionan con su mundo interior.
Los cuentos enseñan mediante imágenes verbalizadas, ayudan
a transmitir a los niños la importancia de los valores a través
del amor que los adultos sienten por ellos, en lugar de transmitir buenos
consejos “ encerrados “ en un paquete cuidadosamente envuelto,
abren el debate,, las historias de terror ayudan al niño a explorar
los peligros del mundo a un nivel simbólico, sin reglas, sino
alentando a los niños a confiar y a poner a punto su sistema
natural de protección, sus propios instintos. Cuando el protagonista
de un cuento de hadas deja de prestar atención a lo que le dictan
sus ojos, sus oídos y su corazón, las casas se derrumban
y las abuelitas son engullidas por los lobos. Hacia el final de la historia,
el héroe por lo general acompañado por una mujer sabia
o por un cazador amigo sale ileso del trance y con la lección
bien aprendida. A un niño que escucha estas historias se le enseña
que debe ser prudente, también se le tranquiliza diciéndole
que con tiempo e inteligencia y la ayuda de los asuntos que le cuidan
aprenderá algún día a protegerse de los peligros
y a enfrentarse a las diversas situaciones que la vida le presenta.
También se puede ayudar a los niños a desarrollar cualidades
éticas, una vida interior rica, la aptitud de preocuparse por
los demás, de llevarse bien con la gente y la capacidad de aportar
creatividad a las situaciones aparentemente desesperadas que se puedan
presentar en sus propias vidas y en el mundo que los rodea, pues de
ello depende su futuro.
En los cuentos de hadas y fantásticos se hace referencia a los
problemas existenciales del niño: La necesidad de ser amado,
el temor a la muerte y el amor a la vida, muchos de ellos inician con
el mayor temor del niño; la muerte, el abandono de sus padres,
la soledad. Por ejemplo, La Cenicienta, Blanca Nieves, Hansel y Gretel,
entre otros. Mediante la lectura el niño, aumenta la comprensión
de sí mismo, de los demás, de la naturaleza humana, de
la vida y de la muerte.
Es recomendable elegir las grandes temáticas de los cuentos a
partir de las características del desarrollo de los niños.
En los dos primeros años de vida las poesías, las canciones
y las rimas son muy atractivas para los niños, cuando son narrados
con calidez y un componente lúdico.
Hasta
los cuatro o cinco años los cuentos que hacen referencia a su
pensamiento mágico y animista les agradan, son los que le dan
vida a objetos y animales con los cuales se identifican, pues les asignan
sus sentimientos y pensamientos.
De
los cinco a los siete años los cuentos fantásticos y de
hadas les estimulan la fantasía y la imaginación creadora.
A
partir de los ocho años de edad se empiezan a interesar por los
cuentos cuyo protagonista es el niño y hacia los once o doce
años se interesan por la novela de aventuras.
En términos generales ésta es la secuencia aunque es importante
tomar en cuenta que los interesas de la lectura dependen de muchas circunstancias.
Para acompañar a un niño en su proceso de duelo la literatura
es una buena aliada, entre la gran cantidad de títulos que hay
actualmente, se puede hacer una selección de los que más
se adapten a las circunstancias del niño, su situación
específica, su edad y sus necesidades.
También se les puede narrar un cuento inventado por nosotros,
siempre y cuando tengamos los elementos indispensables que señala
Tolkien que son:
1.- La fantasía.
2.- La superación.
3.- La huída.
4.- El alivio.
Superación de una profunda desesperación, huída
de un enorme peligro, y sobretodo alivio. “Por muy fantásticas
o terribles que sean las aventuras, el niño toma aliento, su
corazón se dispara y está a punto de llorar cuando se
produce el final “ . (cfr. Betelheim, 1997 , 8:204 ).
CONCLUSIÓN.
El
trabajo que presento es el resultado de varias experiencias de pérdidas
muy dolorosas que viví en el año de 1994, iniciando con
la muerte de mi padre que de alguna manera ya la esperaba, meses después
murió el hijo de mi hermano y posteriormente en un accidente
de avión una amiga entrañable de la infancia de mi hija
perdió la vida junto con toda su familia.
Ante este gran dolor que me rodeaba confirmé que cuando mueren
nuestros seres queridos con ellos se van universos enteros por que además
de que perdemos a las personas, perdemos nuestra relación con
ellos, con todo lo que ello implica.
El proceso de mi duelo fue bastante complicado, afortunadamente en mi
camino encontré la gran ayuda que mi brindó mi esposo,
su apoyo incondicional fue importantísimo para mí y es
aquí en donde entra la Logoterapia en mi vida sin conocer aún
su teoría: Tenía frente a mí una gran montaña
que escalar, esto es, vivir mi duelo y ayudar a mis seres queridos en
el suyo y esta fue una de las experiencias más enriquecedoras
para vivir el proceso de mi duelo, le dio un gran significado y un propósito
que me ayudó a descubrir oportunidades que antes permanecían
ocultas para mí. Es decir ver el mundo a través de la
experiencia de mis seres queridos, me ayudó a escapar de mi propio
cautiverio, el contribuir a la felicidad de otras personas me ayudó
a encontrar un gran significado.
Así es cómo se originó la elaboración de
este manual con el cual pretendo compartir una experiencia muy importante
en mi vida.
Deseo con todo mi corazón que la información aquí
presente pueda iluminar de alguna manera en su camino, a los padres
de familia y a todas aquellas personas que se relacionen con los niños
y que estén interesados en ayudarlos, en la elaboración
del duelo por la pérdida de un ser querido y descubran la relación
que existe entre la Logoterapia como un sendero que nos lleva hacia
la introspección, la Tanatología para entender y vivir
el proceso del duelo y la presencia del juego , el arte y la literatura
como medios para facilitar el autodistanciamiento, la expresión
de sentimientos y la autotrascendencia.
La vida evoluciona tan de prisa actualmente que el mismo cambio se considera
una virtud. Estamos llamados a enfrentar nuestros temores innatos con
valentía y aprender a aceptar el cambio como una nueva oportunidad
que se nos ofrece, siento que es importante que estemos conscientes
de aprovechar el tiempo trabajando con los aspectos que si podemos modificar,
volviendo la mirada hacia el interior para así enfrentar las
pérdidas que son parte de la vida y utilizar los valores de actitud,
para lograr una vida plena y así autotrascendernos.
5.- EN DONDE ENCONTRAR AYUDA.
SMAEL:
www.logoterapia.com.mx
Tanatólogo
en línea:
www.tanatologia.entornomedico.org
Inst.
Mexicano de Tanatología:
www.tanatología.org.mx
Asoc.
Mexicana de tanatología:
amtac@starmedia.com
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